Tras unas semanas de descanso, en
las que hemos continuado disfrutando de nuestros juegos favoritos, volvemos a
la carga con una nueva sección llamada Mi experiencia con... en la que os
invitamos a participar, usando el formulario de contacto de la página.
¿En qué consiste esta sección? En
compartir con el resto del mundo tu experiencia e impresiones sobre cualquiera
de las redes sociales que usas
actualmente o has usado en alguna ocasión.
Hecha esta pequeña presentación,
aquí os dejamos la primera entrega, escrita por una buena amiga nuestra.
Eso del Facebook me
sonaba raro, raro, pero he de confesar que me registré por ejercer de madre
controladora. Quería saber las amistades que tenía mi hija, que estudiaba
fuera. Una bobada fuera de tono, pero así somos a veces las madres. Al
principio confesaré que me aburría sobremanera; no manejaba el asunto, tardaba
horas en descubrir quién me había mandado mensajes o cómo iban esos estúpidos
jueguecitos.
Pero como sucede con los pecados y los vicios…poco a poco le empecé a tomar
gustillo al asunto. Y aunque al principio hablaba solo con dos o tres personas
y apenas hacía otra cosa que poner fotos y leer horóscopos y hadas de la suerte
con mensajes que no venían a cuento…acabé dándome cuenta de que tenía bastante
lejos a una especie de gemela desconocida con mi mismo nombre y hasta una
apariencia un tanto similar. Hoy compartimos muchas cosas y nos alegramos o
entristecemos juntas.
Me sirvió también para recuperar a un amigo del que no sabía nada desde hacía
más de treinta años, y poco después y gracias a él de otra compañera del
bachillerato a la que también había perdido la pista. Hoy confieso que sin esta
herramienta no conocería a mucha gente maravillosa que día a día me aporta
cosas y con la que comparto mi día a día mucho más que con personas que tengo
apenas a unos metros de mi casa. Esos misterios insondables que tiene la
técnica y este mundo globalizado en el que nos movemos; que nos puede gustar
más o menos pero que es el nuestro.
Gracias a este extraordinario invento leen mis desvaríos muchas personas que
están muy lejos y a las que nunca podría llegar y ahora mismo, en este momento,
mantengo una conversación con una amiga que está en México. Y cuántas
madrugadas de insomnio no habré hablado con otro amigo mexicano que me debe un
desayuno con vistas a un hermoso volcán.
Por todo lo cual…sí, es cierto, quien no tiene una página en el Facebook…está
a punto de entrar en la clasificación de persona rara donde las haya. Estoy a
punto de hacerle página al perro de mi niña, que duerme aquí a mi lado y de vez
en cuando abre los ojos y parece pedirme que haga de él un perro con pedigre.
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