2/8/13

Mi experiencia con...


Tras unas semanas de descanso, en las que hemos continuado disfrutando de nuestros juegos favoritos, volvemos a la carga con una nueva sección llamada  Mi experiencia con... en la que os invitamos a participar, usando el formulario de contacto de la página.

¿En qué consiste esta sección? En compartir con el resto del mundo tu experiencia e impresiones sobre cualquiera de las redes sociales que usas actualmente o has usado en alguna ocasión.


Hecha esta pequeña presentación, aquí os dejamos la primera entrega, escrita por una buena amiga nuestra.


                       Eso del Facebook me sonaba raro, raro, pero he de confesar que me registré por ejercer de madre controladora. Quería saber las amistades que tenía mi hija, que estudiaba fuera. Una bobada fuera de tono, pero así somos a veces las madres. Al principio confesaré que me aburría sobremanera; no manejaba el asunto, tardaba horas en descubrir quién me había mandado mensajes o cómo iban esos estúpidos jueguecitos.
                       Pero como sucede con los pecados y los vicios…poco a poco le empecé a tomar gustillo al asunto. Y aunque al principio hablaba solo con dos o tres personas y apenas hacía otra cosa que poner fotos y leer horóscopos y hadas de la suerte con mensajes que no venían a cuento…acabé dándome cuenta de que tenía bastante lejos a una especie de gemela desconocida con mi mismo nombre y hasta una apariencia un tanto similar. Hoy compartimos muchas cosas y nos alegramos o entristecemos juntas.

                        Me sirvió también para recuperar a un amigo del que no sabía nada desde hacía más de treinta años, y poco después y gracias a él de otra compañera del bachillerato a la que también había perdido la pista. Hoy confieso que sin esta herramienta no conocería a mucha gente maravillosa que día a día me aporta cosas y con la que comparto mi día a día mucho más que con personas que tengo apenas a unos metros de mi casa. Esos misterios insondables que tiene la técnica y este mundo globalizado en el que nos movemos; que nos puede gustar más o menos pero que es el nuestro.

                        Gracias a este extraordinario invento leen mis desvaríos muchas personas que están muy lejos y a las que nunca podría llegar y ahora mismo, en este momento, mantengo una conversación con una amiga que está en México. Y cuántas madrugadas de insomnio no habré hablado con otro amigo mexicano que me debe un desayuno con vistas a un hermoso volcán.

                   Por todo lo cual…sí, es cierto, quien no tiene una página en el Facebook…está a punto de entrar en la clasificación de persona rara donde las haya. Estoy a punto de hacerle página al perro de mi niña, que duerme aquí a mi lado y de vez en cuando abre los ojos y parece pedirme que haga de él un perro con pedigre.

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